La actividad matutina comenzó temprano. Había puesto el
despertador a las ocho pero a las siete y media estábamos ya los dos
despabilados. Así que preparamos las cosas y salimos hacia la YPF de enfrente
para cargar combustible y desayunar un rico café con leche con medialunas, ya
que a la llegada al hotel, con mi torpeza habitual, destroce el termo que había
traído desde Buenos Aires. Pero… sorpresa! Cuando la chica de la estación de
servicio nos dijo que íbamos a tener que esperar unos quince minutos porque
recién había puesto a hacer las medialunas, Charly culo inquieto me mira y le digo que
esperemos, no hay apuro. Tengo hambre, obvio. Pero mi amigo Pinky prefiere
buscar otro lugar más adelante para el desayuno. Creo que hay pocas
posibilidades pero le doy la diestra y seguimos camino. A la salida de Rio
Gallegos vemos una YPF pero… de la mano contraria. Pinky cree que más adelante
encontraremos otra. Mis planes de conquistar el mundo con el estómago lleno los
veo comenzar a naufragar. Ya en ruta abierta y franca pregunto por mi desayuno
pero la respuesta no me satisface mucho porque sigo en las mismas condiciones.
Y sin ni siquiera agua para el mate! Me arreglo con unas galletitas viejas.
Al llegar al puesto fronterizo nos encontramos justo por delante de nosotros con un micro cargado
de jubilados contentos y felices rumbo a Ushuaia. Tratamos de aburrirnos lo
menos posible hasta que los 44 pasajeros consiguieran su visado (si, los conté,
estaba aburrido). Este día se nos estaba complicando ya.
Unos kilómetros delante nos encontramos en suelo chileno con
un cartel que nos dice “Hostería”, así que decidimos probar suerte para
conseguir un café con leche, un té, un mate cocido, algo parecido a un desayuno.
Entramos a un lugar ya equipado con mesas y sillas pero sin personas, solo con
la tele prendida. A pesar de escuchar ruidos en la cocina, asomarnos a lo que
parecía ser la entrada a la casa y varios buenos días mediante, nadie aparecía así
que decidimos seguir camino. Sin desayuno. El día no se estaba portando bien. Mientras
circulábamos por el ripio nos conformamos con unas vainillas que habíamos
comprado el día anterior, disimulando que no teníamos nada para bajarlas a pura
charla. Pensé en bajar a buscar agua de los riachitos que circulan pero lo
descarte.
Al llegar al puesto de la balsa para cruzar el Estrecho de
Magallanes nos encontramos con una larga, muy larga fila de camiones. Charly
baja a preguntar novedades a uno de los camioneros y vuelve con una buena
noticia y una mala noticia. Dame primero la buena. Podemos ir por el costado,
hay una espera menor para los autos. Ahora la mala. Hay demoras. El balseo no
estuvo andando porque la marejada está muy fuerte. Lo que podemos comprobar
cuando nos acercamos a nuestro lugar en la fila de autos (terceros) ya que
vemos venir una balsa luchando contra la corriente que la arrastra hacia el Atlántico
y poniéndola de costado como los caballos cuando pechan a la salida de la
cancha. Y el oleaje es intenso, se lo puede ver como golpea. O sea, definitivamente
este día le está poniendo muchas ganas para ser malo.
Pasados unos quince o veinte minutos, cuando pensábamos que
en cualquier momento nos mandaban de vuelta a Rio Gallegos a esperar un día
mejor para el cruce, vemos venir luchando de costado una balsa, despliegan la
planchuela y nos indican que subamos la camioneta. Varios vítores de alegría más
tarde, estamos cruzando el estrecho. En condiciones de oleaje muy picado pero al
fin sabiéndonos del otro lado. Entonces el día no esta tan mal. Aunque no haya
desayunado más que unas galletitas, claro.
Aproximadamente dos horas de ripio más adelante, que es como
estar sobre un lavarropas mal cargado que centrifuga en carga máxima, llegamos
a Rio Grande. Paramos para comer algo y cargar combustible. Y ahora sí, rumbo
definitivo a Ushuaia!
Tiempo más tarde ingresamos a lo que llamamos el bosque de
Sleepy Hollow, formado por arboles de figuras complejas con aspecto de estar
siempre secos y colgando de sus ramas lo que le llaman “barba de viejo”.
Siempre presentan un aspecto como de bosque del terror.
Más adelante podíamos ver las cumbres nevadas haciéndole fondo
a las curvas del camino. Para llegar a Ushuaia la ruta no pasa cerca de las
montañas. Las atraviesa. La ciudad está del otro lado del cordón montañoso. Es así
que empezamos a acercarnos y de a poco empezaron a aparecer manchones blancos
de nieve para festejo y beneplácito de Charly. A medida que subíamos por el
camino de montaña la nieve se hizo copiosa y completa, rodeando todo el camino,
el bosque y todas las paredes montañosas que se nos acercaban.
Paramos un par de veces para sacarnos un par de fotos de turistas felices. Charly junto a su chata y paisajes que se nos iban apareciendo.
Paramos un par de veces para sacarnos un par de fotos de turistas felices. Charly junto a su chata y paisajes que se nos iban apareciendo.
Después de cuatro días de camino, con el inmenso placer de viajar por el sur patagónico, llegamos al primer objetivo grande que es este, la ciudad del fin del mundo, bella como pocos la imaginan y presente en nuestro itinerario desde la salida.
Bien abrigados salimos a festejar nuestra llegada. Volvimos subiendo las veredas tan empinadas que tienen escalones para facilitar el ascenso a destino. Que casi siempre es arriba, ya que solo dos calles están abajo, las demás ya están sobre la montaña y demanda un esfuerzo extra, fundamentalmente después de haber tomado unas cuantas cervezas. Ahora a descansar hasta mañana que decidiremos cuál de todas las posibilidades hermosas que nos da la ciudad tomaremos.
6 comentarios:
Que viaje accidentado, pero con buen final!!!!!!!!!!!!
ah, ¿pero vos no eras Pinky?
Sleepy Hollow me hace acordar a los nombres de las ciudades a las que se dirigían Los Autos Locos. Y ahí llegan a Sleepy Hollow, Idaho (con voz de mexicano/texano) Los Hermanos Macana, seguidos por Brutus y Listus y el profesor Locovich en 3ro. el último era Pierre Nodoyuna.
Muy bueno los relatos sobre la travesia!!!!
Y las fotos donde estan???.
Sra Nelly: Yo soy Cerebro y Charly es Pinky. No se nota?
hubiera jurado que era exactamente al revés
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