Soy una persona de sueño liviano, cualquier cosa me
despierta. Tuve la mala suerte de llegar a Malargüe justo la noche que habia un
reclamo de algún tipo a cuadra y media del hotel donde nos hospedamos, con
bombos, redoblantes, gomas quemadas y todo. Asi que se pueden imaginar como me desperté
a la mañana después de dormir cortado toda la noche. Mientras Charly no lo
despiertan ni a cañonazos, yo estuve en un duermevela constante. Asi que en el
desayuno creo que ya se notaba mi mal humor.
Chusmeamos un poco mas alla el camino y
continuamos, despacio porque no es muy ancho y esta bastante deteriorado, para
ver hasta donde podíamos llegar. Seguimos ascendiendo pero hasta cierto tramo
donde, tal como nos habían dicho, la nieve nos impedia el paso. Bajamos para
disfrutar un poco el paraje donde nos habíamos detenido, Charly aprovecho para
subirse un rato a la nieve y bajar algo bastante mas rápido de lo que habia
subido, y volvimos sobre nuestra ruta.
Pocos kilómetros antes habíamos pasado por un lugar que se
llama Pozo de las Animas. Ingresamos para ver un inmenso pozo con agua en su
interior. Asi dicho parece aburrido. Pero este pozo es de una profundidad
impresionante, con paredes de nervaduras verticales en su parte superior. Según
lo que leimos, este lugar se produjo por la profusión de cavernas que realiza
el agua en su interior, hasta que en determinado momento la tierra no tiene mas
sustento y cae, formando estos pozos inmensos que se llaman “dolinas”.
En el viaje de vuelta a Malargue, Charly se dio cuenta de mi
poco espíritu producto del desvelo de la noche anterior. Asi que me dejo
tranquilamente en la habitación para recuperarme algo del cansancio y se fue a
dar unas vueltas hasta la hora en que debíamos emprender camino hasta La Cueva
de las Brujas, a 60 kms al sur de donde estamos.
Mas tarde emprendimos camino hacia este lugar para explorar
el interior de la montaña. Mas tarde, preparado ya con nuestros cascos de
minero, ingresamos con nuestro guía a la montaña. Ya nos habia advertido que si
sufríamos de claustrofobia no lo intentaramos. Despues me di cuenta que tienen
toda la razón. A poco de entrar ya debíamos prender la luz de los cascos y aun
asi la visión era muy limitada. Por lo que el guía nos pidió que nos sentaramos
en el suelo y apagaramos las luces. En la oscuridad solo podía ver un reflejo
de luz sobre el techo de la caverna y algo de la luz natural proveniente de la
entrada. Los demás estaban en lo mas oscuro de mi campo visual. Despues de un
rato de charla para que nos fueramos acostumbrando a la baja luz, se podia
adivinar las siluetas de los demás. Ahí prendimos las luces y empezamos el
camino hacia el interior.
Ya el primer tramo se nos advirtio que el paso por el que debíamos
subir hasta la primera cámara era de cinco metros de longitud y que era muy
estrecho. Empezamos a pasar por entre las rocas iluminados apenas por las luces
de los cascos. Realmente era muy estrecho. Debiamos subir y sortear un túnel donde
literalmente teniamos que arrastrarnos y rozando las paredes. No apto para claustrofóbicos,
ciertamente.
Al llegar a la primera cámara, se podían ver las formaciones
de estalactitas y estalagmitas producidas por el goteo incesante de miles de
años. En el piso, las rocas estaban como fundidas entre si por el material que
se deprende del techo formando una capa gruesa, resbaladiza y concreta.
Diferentes formaciones en las paredes de lo que llaman “manto”, que es el mismo
material de las estalactitas pero que se
desarrollan uniformes como si fueran cascadas petrificadas. Un espectáculo increíble.
Lo que sigue es una caminata-trepada entre piedras, túneles,
bóvedas, grietas de extensión importante. Para ir de una cámara a otra hay que
caminar trepar con cuidado, con solo las luces de los cascos, ayudados por sogas
y escaleras. En determinado momento apagamos todas las luces de los cascos y en
la mas absoluta oscuridad en la que podemos poner la mano delante de nuestra
cara sin ver nada mas que negra oscuridad y el mayor silencio, solo se podían escuchar
las respiraciones. El corazón profundo de la montaña. Algo que no se puede
describir la sensación. EL frio es constante de ocho a diez grados, las piedras
están heladas.
Despues ya era el turno de emprender la vuelta. La salida a
la luz natural hace doler los ojos. Cuesta un rato acostumbrarse y tardamos un
poco mas en salir.
Como en todo viaje largo, estaba esperando el momento que
surgiera el imprevisto mecanico. Etsa vez fue menor. Al llegar a la camioneta,
nos encontramos con una cubierta totalmente baja. Asi que manos a la obra, a
cambiar la rueda mientras el viento que sopla fuerte nos mueve la chata. Pero
cual equipo Ferrari, llegamos a hacerlo rápidamente para volver hasta la gomería
mas cercana y dar por cerrado un dia estupendo.
2 comentarios:
Que buena esa excursión, impactante la descripción de la cueva.
Es cierto que a vos te dieron un casco con luz y a Charly una carroceria de Fiat 600, con luces bajas y altas?
Impresionante ¿cómo se animaron a semejante excursión? me quedé sin aire mientras leía. Me recordó a una de las batallas del capitán Alatriste cuando lo mandaron a las caponeras. Exactamente igual que lo que decís, pero con dagas y buscando al enemigo uuuuuuhhhh miedo...
Publicar un comentario